1 – No se preocupe con el mañana. Hágalo bien hoy.
2 – Si Jesús nos hace así felices en la Tierra, ¿cómo será en el Cielo?
3 – Si el temor lo deja angustiado, exclame con San Pedro: «¡Señor, sálveme!» Él le extenderá la mano: apriétela con fuerza y camine alegremente».
4 – Busque ser siempre mejor: hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy.
5 – Si el demonio no duerme para perdernos, Nuestra Señora no nos abandona ni un instante siquiera.
6 – Cuando desperdicia el tiempo, usted desprecia el don de Dios, el regalo que Él, infinitamente bueno, abandona a su amor y su generosidad.
7 – Sean como pequeñas abejas espirituales, que llevan para su colmena apenas miel y cera. Que, por medio de su conversación, su casa sea repleta de docilidad, paz, concordia, humildad y piedad.
8 – Haga siempre el bien, así dirán: «Este es un cristiano». Soporte tribulaciones,
enfermedades y dolores por amor a Dios y por la conversión de los pobres pecadores.
9 – Un convertido expresó el recelo de volver a caer. Padre Pío le dijo: «Yo estaré con usted. ¿Usted podría pensar, mi hijo, que yo dejaría recaer un alma que levanté? ¡Vaya en paz y tenga confianza! «
10 – Quien tiene tiempo no espere por el tiempo. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Las sepulturas transbordan de buenas acciones dejadas para después… Y, además de eso, ¿quién nos dice que viviremos hasta mañana? Escuchemos la voz de nuestra consciencia, la voz del real profeta: «Si oyes la voz del Señor hoy, no queráis cerrar vuestros oídos».
Debemos renacer y acumular solamente las riquezas que nos pertenecen, recordando que solamente el instante que escapa está bajo nuestro dominio. No podemos intercalar tiempo entre un instante y otro, después.
Autor : Gaudium Press